Tienes miedo a morir, porque desconoces qué hay después de la vida. Temes desaparecer para siempre.
Pero también tienes miedo a enfermar. Miedo al sufrimiento. Miedo al rechazo. Miedo a la soledad. Miedo a perderlo todo. Miedo a la verdad. Miedo al desprecio. Miedo a no ser reconocido.
Simplemente tienes miedo.
¿Qué es el miedo y cómo nos limita?
Pero qué es el miedo, y cómo y por qué puede condicionarte, bloquearte y limitarte de tal manera que te veas imposibilitado a vivir en todo momento desde la tranquilidad que eres en esencia.
¿Cómo es posible?
El miedo es una herramienta que te alerta de un peligro que te acecha en este momento, y te activa para que huyas, pelees o te escondas. Hablamos, a lo mejor, del instinto de supervivencia.
Por otro lado, nuestra actividad mental, eso que reconocemos como mente, se ha programado y fomenta a diario la imaginación.
Sobretodo los pensamientos dirigidos hacia aquello que puede llegar a suceder. Y que además, nos impide mantener la atención en lo que está sucediendo en este momento, la experiencia de la vida.
Cómo nuestros pensamientos amplifican el miedo
Miguel Ruiz, en su libro “Los 4 Acuerdos”, nos anima a que no hagamos suposiciones. Porque estas nos conducen al sufrimiento.
Hablamos de aquello que podría ocurrir, pero que no acontece.
¡Cuántas veces nos hemos visto inmersos en nuestros propios pensamientos, imaginando lo que podría pasar!
Y como nuestra mente no distingue entre realidad y ficción, comenzamos a sentir ese suceso que tanto respeto nos infunde, pero que no es real.
Y justo en ese momento, nos vemos atrapados por el miedo, paralizados por eso que podría acontecer.
Reconociendo el miedo como una suposición
Es importante reconocer qué nos está sucediendo. Ser conscientes cómo unos pensamientos que activan unas emociones nos están condicionando.
A sabiendas que lo que estamos experimentando, no es más que una suposición. Y como tal, no es real.
Entonces podemos permitirnos no identificarnos con la experiencia, que simplemente ha aparecido a raíz de un patrón mental nuestro, pero que podemos dejar ir, aceptando lo que está sucediendo, nuestra imaginación.
Dejar fluir el miedo para vivir en paz
En este sentido, si logramos no ofrecer resistencia ni lucha a la experiencia del miedo infundado, veremos como poco a poco, siendo conscientes, tal como apareció la emoción, se difuminará. Como el agua que fluye sin oposición por el río.
Las emociones son energías que no deben quedarse atrapadas en nosotros, porque al estancarse, al igual que el agua, pudren el entorno.
Así que, cualquier emoción debe seguir su curso natural, la experiencia.
Y nosotros, siendo conciencia, la experimentamos, pero jamás la retenemos, rechazamos, suprimimos o distraemos.
La reconocemos y nos permitimos vivirla desde nuestra naturaleza.