La conexión entre tus emociones y tu salud física

Las cosas son como tú crees que deben ser. Pero, ¿y si la realidad fuese diferente a tu punto de vista?

Vives pensando que no tienes control alguno sobre tu realidad. Simplemente te conformas con lo que va a venir. A lo mejor hasta crees en el destino. Y te convences de ello afirmando que así son las cosas.

El ciclo del conformismo y las dudas ocasionales

Has aprendido a solucionar, no tanto a prevenir. Frente a un problema acudes a aquellos que de alguna manera te imponen un respeto, y confías en su palabra. Aunque no los conozcas. Hasta delegas tu vida en ellos. Porque siempre ha sido así, ¿no?

Es posible que alguna vez desconfíes, y hasta te plantees alguna duda, porque sientes cierta curiosidad. Pero tras este breve lapso, regresas a tu zona de confort, a lo conocido.

Y a pesar de todo, del sufrimiento y de las circunstancias, aceptas que las cosas son como son. Hay que apechugar.

Aceptación de lo habitual y resignación al estrés

¿Para qué cuestionarse las cosas? Lo fácil es proseguir con lo habitual, ya lo dice el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Hasta te convences de que haciendo algo de ejercicio, alimentándote mejor y habiendo hecho alguna terapia o leído ese libro de autoayuda que te regalaron en navidad, ya es suficiente. Lo demás ya se te escapa de tus manos.

Tampoco tienes mucho tiempo para atender a otras cuestiones. Entre el trabajo, la familia, las obligaciones y tus hobbies, vives saturado.

¿Estrés? Ciertamente te invaden las preocupaciones, porque piensas que debes atenderlas. Y por mucha atención que les dediques, estas van en aumento. Sientes nerviosismo y algo de angustia. Pero te vuelves a convencer de que forma parte de la vida. Y que tu obligación consiste en persistir y aguantar.

Es lo que se espera de ti.

Momentos de crisis y replanteamientos

Pero hay momentos en que te invade una tristeza profunda, un miedo inesperado o una sensación de apatía. La vida no es lo que creías o esperabas. Y te preguntas por qué no se han cumplido tus expectativas.

Observas a tu alrededor y lo que percibes es más de lo mismo: crisis, problemas, exigencias, resultados, propósitos, necesidades y estímulos. Muchos estímulos. Todo te parece ir más rápido.

Añoras esos momentos del pasado, cuando aún disfrutabas.

De pronto, te ves replanteándote todo. ¿Qué hacer?

Te percibes diferente: cansado, más lento, irritado y sabes que has perdido la ilusión de la vida. Pero bueno, lo aceptas. Peor aún, lo normalizas.

Todo hasta que llega esa mala noticia: una enfermedad, un despido, un divorcio, un fallecimiento o una aguda depresión.

Pero así es la vida, ¿no? Y hay que seguir adelante. Es lo que se espera de ti. Es lo que se ha hecho siempre. Y es lo que hará la gran mayoría de personas.

Hasta que les llegue el momento del arrepentimiento.

¿Y si existiese una alternativa?

Para llegar a atender una alternativa, uno debe experimentar una situación muy desesperada o verse al borde del precipicio.

Esto es así porque la gran mayoría simplemente se conforma y prosigue con su vida en modo automático, atendiendo a la inercia inconscientemente impuesta.

Es lo que hacen los borregos. Pero sólo cuando te ves al límite, te conviertes en un buscador.

Aun así, la alternativa no es cómoda. No es habitual y no está bien vista por la mayoría; es muy minoritaria. Porque es muy exigente y requiere de virtudes como la paciencia, la fe y la obsesión.

Por esto mismo, sólo muy pocos logran vivir en vez de sobrevivir.

El desarrollo personal en la actualidad

En la actualidad, el desarrollo personal está de moda. Ir al terapeuta o al psicólogo mola. Ya no está mal visto. Ya no estás loco.

Pero esto no significa que algo vaya a cambiar, más bien al contrario. Crece la confusión.

Las redes sociales y los medios de comunicación te brindan multitud de consejos para mejorar tu vida. Se publican un sinfín de libros sobre crecimiento espiritual y en internet proliferan las webs de “caminos hacia la iluminación”.

Frente a lo expuesto, ¿qué nos muestra la realidad?

Al parecer, se ha incrementado la tasa de suicidios, las ansiedades entre los jóvenes se han triplicado y la insatisfacción se ha generalizado entre la población de los supuestos países desarrollados.

¿Por qué? Si vivimos en una época repleta de comodidades, ¿por qué no podemos disfrutar de las mismas?

Las consecuencias del estrés y la sobreestimulación

En la misma proporción, las preocupaciones se han incrementado hasta tal grado, que los niveles de estrés y cortisol en casi cualquier individuo, con independencia de su condición, han alcanzado tal estado constante, que le han conducido a una fase de agotamiento o fatiga crónica.

Esta ha acarreado una deficiencia de la energía vital, sobretodo en los riñones, alterando también el sistema nervioso central, con sus posibles consecuencias.

Cuando nuestros riñones están sanos, tenemos vitalidad, salud, gozo, voluntad de vivir, longevidad y un envejecimiento saludable.

En contraposición, un síntoma evidente de pérdida de la salud recae en la degeneración de la calidad del pelo y de los dientes.

El miedo y su impacto en la salud

Asimismo, es importante saber que al riñón le afecta sobre todo la emoción del miedo. Y, en consecuencia, si se llega a padecer de manera reiterada, la mente se vuelve inestable. Así es difícil tener claridad.

Por esto mismo, si uno quiere trascender, cambiar su realidad o mejorar su vida, lo primero consiste en sanar el cuerpo físico.

Para ello, es menester recuperar el equilibrio interno. Y esto pasa por regenerar la energía vital de la persona.

Vivimos en una sociedad sobreestimulada durante todo el día. Esto nos conduce a producir excesos de cortisol.

Sentimos que tenemos energía, que vamos acelerados. Y esto nos lleva al desequilibrio, lo que nos impide descansar y dormir bien.

Vivir de manera alterada afecta por completo al riñón y a la vida misma.

Cualquier tipo de miedo sostenido termina por agotarlo. Y nos acarrea a un desarraigo y a una falta de voluntad. Las ganas de vivir se van y todo se ve gris y sin colores.

La importancia del perdón y el amor propio

La culpa también trae muchos desequilibrios. Y la misma es difícil de admitir, por lo que el perdón hacia uno mismo es el camino de la sanación. Solo el amor propio nos puede conducir a la salud.

Hábitos para promover el bienestar

La salud, el propio bienestar y el camino a la felicidad comienzan por asumir la responsabilidad de velar por uno mismo. Estamos hablando del deber de cada uno de reconocerse, respetarse y cuidarse. Para ello, es imprescindible adoptar algunos buenos hábitos.

Por ejemplo, promover el equilibrio 8:8:8:

  • Dormir 8 horas, de profundo e ininterrumpido descanso.
  • Trabajar 8 horas en aquello que te gusta.
  • Invertir las últimas 8 horas en uno mismo.

A lo largo de este último tiempo, es importante que tú seas tu prioridad.

Invertir tu atención, en definitiva tu energía, en tus 8 horas de cuidado personal, va a tener un grato impacto en el resto del día. Para ello, es importante que el movimiento sea uno de tus pilares.

  • Hacer ejercicio, trabajar tu fuerza muscular, tu movilidad, así como caminar, practicar algún deporte o llevar a cabo cualquier otra actividad física es imprescindible.
  • Comer alimentos naturales, de proximidad, de temporada y en una cantidad adecuada es tu medicina.
  • Practicar el ayuno, porque solo vas a comer a lo largo de este periodo de 8 horas.

Asimismo, es menester que te dediques a llevar a cabo aquellas actividades que te proporcionen alegría.

Aleja de ti toda imposición, obligación y sacrificio. Te mereces mimarte.

Prueba OLOM en una sesión gratuita

Te invito a probar OLOM, un proceso de auto indagación y expansión personal que se basa en la curiosidad, el conocimiento y la experiencia.

Para más información, solicita una sesión informativa gratuita de media hora y decide qué tipo de vida quieres experimentar.

Compartir en redes sociales:

Agenda tu sesión de coaching gratuita

Descubre cómo OLOM puede ayudarte a vivir desde la calma, la claridad y el equilibrio. No dejes pasar esta oportunidad de reconocer lo que es real y dar el primer paso hacia la transformación que deseas.