Si buscas la felicidad, entonces tu propósito de vida consiste en reconocer que ya eres la paz que tanto anhelas.
Pensarás cómo es esto posible. Con todo el dolor y el sufrimiento latiendo en ti y a tu alrededor. Cómo puedes ser ya la calma que anhelas, sintiendo la angustia por lo que pueda ocurrir, sintiendo la preocupación por los problemas que te ahogan y/o padeciendo la ansiedad por la carencia que sufres.
¿Dónde se encuentra el origen de tu infelicidad?
Permíteme que te responda a esta simple pregunta: “¿Dónde se encuentra el origen de tu infelicidad?”
En tu profunda confusión.
Todo pensamiento y sentimiento tiene su origen en tu mente. Y esta es una actividad que se da en el cerebro. Y este se ha ido formando a raíz de tus experiencias.
Pero estas, como aprendizajes que son, no deberían ser tu condena.
Tu pasado, como idea, no debería ser un impedimento para reconocer que tu esencia, lo que tú eres, no pueda vivir la experiencia de este momento sin ataduras ni condicionamientos.
Pero has aprendido a depender de una actividad mental que tú mismo reconoces como ego y que te conduce a pretender controlar, suprimir, exigir, rechazar o cambiar lo que está sucediendo en este momento.
Y cuando la situación se vuelve insostenible y el sufrimiento es tal, acudes a la búsqueda. Crees necesitar un cambio:
- De pareja.
- De trabajo.
- De entorno.
- De hábitos.
Hasta que decides acudir a un profesional de la salud mental, ya sea un psicólogo o un terapeuta, para que te ayude a superar tus miedos, tus angustias, tus preocupaciones, tus ansiedades o tu tremenda desesperación.
El ciclo de búsqueda y frustración
Y entonces comienzas a analizar, a valorar, a recordar, a perdonar, a escribir, a meditar y a sentir.
Por momentos, todo parece estar mejor, hasta que una nueva circunstancia te conduce otra vez al punto de partida. Donde vuelves a:
- Tener miedo.
- Verte limitado.
- Reprimir tu ira desbocada.
- Querer rechazar la confrontación.
Persistes. Nuevas intenciones, nuevas propuestas, más meditaciones, acompañadas por oraciones y mantras que paulatinamente pueden programar tu actividad mental.
Aun así, sigues inmerso en la intención de modificar tu realidad, tu vida, porque crees ser tú, un ser separado e independiente que persigue y debe encontrar aquello que podría ser la iluminación, como ese estado supremo de bienestar.
La verdad sobre quién eres
La verdad es que no eres quien crees ser.
Has aprendido a identificarte como el personaje que has asumido que eres, con sus roles y circunstancias. Esto ocurrió a una temprana edad, cuando comenzaste a pensar que eres la identidad que se llama “x” y que tiene su propia voluntad e historia.
En cambio, esa confusión te ha conducido a vivir desconectado de la verdad y separado de lo real.
Tu verdadera esencia: calma y conexión
Esto te ha conducido a un conflicto de identidad que te lleva al sufrimiento.
Te has desconectado de tu esencia, siendo esta la pura calma que tanto necesitas. Tu naturaleza es la común a todos y a todo lo que nos rodea.
Algunos le llaman Dios, otros campo o la fuente. Al final las palabras son lo que son.
En cambio, la realidad te demuestra que detrás de todo pensamiento, de toda emoción y de toda situación te encuentras tú: El “yo” percibiendo y sintiendo.
Y tú eres eterno, infinito e inalterable.
Experimentas la vida, este momento, como real que es, a través de un cuerpo mente.